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Esta retirada pone la mirada en un “Niño especial”, como hay tantos. Un niño diferente a lo “normal” pero que tiene su propia normalidad porque así lo ha querido la vida, y de esa manera hay que vivir. Está inspirada en, y dedicada a mi primo Gustavito. Cada vez que la escucho, disfruto de la voz de Carlos Melgarejo hablando de “misterios del cerebro que lo hacen ser un genio”, y no puedo evitar pensar en todo lo que este amigo le ha dado a la murga a lo largo de su vida.

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Escrita también desde Brasil, esta retirada no está en dimensión temporal como la anterior, sino en dimensión geográfica. Es sin duda autobiográfica, yo también era una parte de esos “Marcopolos made in Uruguay”. Tuve la enorme alegría de poder trabajar un fin de semana entero con un fenómeno del Carnaval y trabajador de la humildad como Diego Berardi, quien viajó especialmente a San Pablo y cumplió con su objetivo: armar la retirada musicalmente en dos días. Un goce.

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Capaz que si me preguntan por mi preferida, elijo ésta. Yo estaba lejos, en Brasil, y quizás eso me ayudó para mirar a la distancia, y en medio de la crisis más jodida de las últimas décadas, prender las luces largas –como dice un amigo-, mirar por arriba del muro, y soñar con un país diferente. Esta retirada –“2016”- representa de manera bastante fidedigna mi visión sobre lo que me gustaría que fuera el Uruguay. Ese número fue elegido por razones varias, de métrica, de rima, de distancias temporales con el 2003 y también numéricas: 16 es la cuarta potencia de 2. Y el 32 es mi número. Pavadas de Contador.

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Al “barrio de película” que fue la actuación de 2002 le faltaba una pieza fundamental. La murga estaba chueca. Hacía pocos meses había fallecido, muy joven, un compañero entrañable como pocos, un mágico de los platillos, uno de los nuestros: Schubert Gioscia. El dolor que provocó su partida y el agujero de su falta parieron esta retirada que tiene un poco de todos nosotros: “Legado de un murguero”. Fue nuestro tributo, incompleto, con la inútil intención de devolverle sólo un poquito de lo que Schubert nos dio en vida. Ese lugar que quedó vacío, fue gallardamente cubierto por otro de los de la casa, Batata Cánepa, que lo ocupó con brillantez, humildad y respeto.

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En el 2001 el tema fue la familia: “Contrafarsa es una gran familia” decía la murga. Al final de tanta cotidianeidad, la familia se mudaba, a otra casa, a otro barrio, a otra vida. “La mudanza” (que en algún momento fue “Carta de amor de un murguero a una mujer”) surgió sobre la marcha, a pocos días del arranque de Carnaval y tiene un par de estrofas aportadas por Hugo Bardallo y Pitufo Lombardo.

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La actuación de Contrafarsa de este último año del segundo milenio fue “El tren de los sueños”. Ese tren, que recorría varias estaciones, terminaba en una frecuentada por un personaje que todos conocemos, aunque nunca lo hayamos visto: “El loco de la estación”. Los dejo con él.

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La retirada de Contrafarsa 1999 se pregunta: “¿Qué hacen los murgueros entre Carnaval y Carnaval?”. Un montón de cosas tan increíbles como naturales. Bueno, algunos de ellos tienen pretensiones de editar libros, y a veces lo logran. También a veces consiguen publicar un blog para lo que cuentan con la ayuda de mucha gente.

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En 1998 se completa la trilogía con “El murguero más viejo del mundo”. Y me parece que es así porque pueden encontrarse en estos tres años, referencias escondidas en la letra de cada retirada con relación a las retiradas anteriores. De todas formas, siento que la retirada “del viejo” fue una de las mejor logradas. La música final –la de la bajada de la murga- y también la letra, es composición de Eduardo Pitufo Lombardo.

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En 1997 retorna Contrafarsa al Carnaval dirigida por Juan Carlos Ferreira, y la retirada –“En busca de la batuta mágica”- transita también por lugares fantásticos, continuando, creo yo, el camino iniciado con el camión de La Muñeca. Incluye una satisfacción particular que es el recitado final referido al retorno de la Contra ese año, escrito con tanto sentimiento como fue interpretado en cada tablado de Montevideo por un hermano de la vida, Gabriel Melgarejo.

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En 1993 Contrafarsa hace “El vendedor de países” como tema global de actuación. Quiso el destino que la murga estuviera vestida de cuadro de fútbol sobre el escenario, y que hicieran su debut como murgueros, músicos de la talla de Mariana Ingold y Osvaldo Fatoruso. La retirada, “La murga de punteros izquierdos”, incluye, a partir de la línea «murga que me ayudaste a crecer», la canción completa “Locura de murga” de Mariana Ingold, autora en letra y música. Dicha canción se encuentra grabada en el CD “Candombe en el Tiempo”.

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Si bien la retirada del 91 tuvo una dimensión geográfica, esta del 92 tuvo una dimensión temporal. Marcada por el momento de tensión mundial vivido por la guerra del Golfo Pérsico, en la cual el horror se veía en televisión como un juego de computadora o VideoGame, “El tiempo nuestro de hoy” termina, como jamás podrá ser de otra manera, con un mensaje de esperanza a encontrar en las pequeñas cosas, en las cosas cotidianas.

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Para 1991, Eduardo “Pitufo” Lombardo arregla y dirige a Contrafarsa. Y la retirada de este año fue una apuesta fuerte vista con la perspectiva de los años. En Carnaval existe una regla no escrita de no repetir lo que otros conjuntos hicieron antes, especialmente si lo hicieron bien. Y a Montevideo, muchos letristas le habían ofrendado su amor, con muy buena calidad. Especialmente en los últimos años, todos disfrutamos “La canción de los barrios” de la Reina de la Teja. A pesar de esas consideraciones, y con ese riesgo por delante, “Los rincones de Montevideo” nació porque tenía que hacerlo. Andaba por ahí, pidiendo para salir, y cuando las cosas son así, no se las puede detener. Puedo decir que antes de escribir esta retirada, yo prácticamente no conocía otros países, otras ciudades. En años posteriores tuve la oportunidad de viajar, y hoy día, siento, como Daniel Amaro, que si me dan a elegir, elijo Montevideo.

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Para esta retirada del 90 conté con la motivación de un artículo de Coriún Aharonian titulado “¿De dónde viene la murga?” y con la generosa colaboración de Milita Alfaro, quien me proporcionó abundante información sobre historia de las murgas y del Carnaval. Conservo aún los apuntes de ese día. “Nuestro homenaje a la murga” reivindicó a la murga uruguaya como una expresión cultural propia, creada y recreada en un proceso en permanente cambio desde el siglo pasado, y se transformó en una voz diferente a la oficial que entiende que la primera murga uruguaya fue la “Gaditana que se va”, creada por ciudadanos españoles en el Montevideo de 1907. En 1990, Contrafarsa había grabado un par de canciones de Mauricio Ubal. De una de ellas –“Como el clavel del aire”- tomé prestadas, con el consentimiento del autor, las dos estrofas finales, que calzaban perfectamente con la idea y le daban además la fuerza imprescindible en los momentos previos a la bajada.

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Esta primera retirada la escribí casi sin darme cuenta. Fue en 1989, cuando comencé con este oficio de letrista de murga que no figuraba en ninguno de mis planes de vida. Pero quizás porque es verdad lo de Cortázar, se puede lo que se hace. Edén Iturrioz propuso hacer un “Homenaje a Chaplin” sobre la base de una idea anterior, que incluía comenzar con la música de Candilejas. Y se fue armando sola. Recuerdo, por ejemplo, que la línea “en un tablado en matiné” surgió a la vuelta de un ensayo, arriba de un 526, con los hermanos Lolo y Pablo Iribarne. Este año se empieza a consolidar el trabajo de un imprescindible “moviendo” a la murga: Hugo Bardallo. Un adelantado para la época. De él he aprendido, y baste como muestra, que al hacer las cosas lo principal es disfrutar del proceso de hacerlas, sin pensar en qué va a ser de ellas.

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